¡Hola!, soy un perro
callejero y mi nombre es Chichi, No es mi primero nombre ya que antes me
llamaba Chucho. Hoy almorcé en Vips, me comí un pañal desechable y unas
tortillas mohosas, después me quite la sed con el agua de un pequeño charco
junto a la alcantarilla del estacionamiento de Sams. Mi madre fue una perra callejera que murió
atropellada en la autopista del sol por un automóvil, mi padre no lo conocí ya
que cuando nací el ya no estaba, yo llegué al mundo en un baldío de una de las colonias de
la ciudad; con mis hermanos fuimos cinco. De cachorros éramos hermosos, por eso
cuando pasó un individuo llamado Hermilo nos recogió sin avisarle a mi madre y
nos llevó a vender al estacionamiento de la Comercial Mexicana, siguiéndonos
entonces, fue como mi madre murió, Hermilo nos anunció como cachorros de golden retriever[1]
así que como nos vendió baratos en un día repartió, a mis hermanos y a mí,
entre sus clientes. Yo me fui con un niño que llegó con su abuelito al que le
ladré y el me acarició, yo le lamí su mano y él sonrió pidiéndole a su abuelito
que me comprara, tardó un rato el señor para decidirse pero dada la insistencia
de Manuelito, que es como se llama el niño, me compraron.
Yo sin madre, con
hambre y frió; sentí muy bonito cuando el niño me cargó. Llegando a la casa de Manuelito
me dieron leche, que me acabé y una frazada donde me quedé inmediatamente
dormido, los días fueron pasando a todo dar, Manuelito me iba a ver y jugaba
conmigo, me compraron una pelota y un hueso de carnaza que yo me pasaba
mordiendo todo el día cuando Manuelito no estaba; cuando estaba, me lo aventaba,
cosa que yo no entendía pero corría preocupado por él y lo volvía a morder, él me gritaba chucho, chucho, …
entonces dejaba el hueso y corría preocupado hacia donde estaba Manuelito y le
ladraba y movía la cola temeroso de que algo me fuera a suceder.
Así fueron pasando
los días hasta cuando el papá de Manuelito llegó de un viaje y me conoció, se acercó a mí, me levantó y con
una cara de fuchi, que dice: ¿y este perro corriente, quien lo trajo a la casa o
cómo se metió?
Ahí terminaron mis
días domésticos, después me subió a un auto y dirigiéndose al basurero público,
por el camino, antes de llegar, me lanzó por la ventana; con la suerte que fui
a caer a un matorral de huisache, donde solamente me espiné, pero de los
males; el menos, mejor.
Ahora soy perro
libre camino todo el día. Como en los mejores restaurantes, entre comida y
comida me echo a filosofar. Después busco una sombrita, cuando hace mucho
sol; o una cubiertita cuando hace mucho frió, para dar mis siestecitas.
En está vida perra,
que ahora es mía y no tengo porque perseguir el hueso, ni menearle cola, ni mucho
menos lamerle la mano a nadie, he llegado a la conclusión de que más vale perro
libre que perro con hueso.
Love it!
ResponderEliminarAs always, a story con alma.
Gracias por leer.
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