viernes, 22 de abril de 2011

El agua y Murphy.



En los años ochenta circuló un libro que se llamaba la Ley de Murphy y otras razones porque las cosas salen mal,  Se hizo popular porque enunciaba, sencillamente, de manera lógica algunas situaciones inexplicables. Su premisa era que si algo puede fallar, fallará.
Pues bien ahora con los problemas del abasto de agua para Chilpancingo, problema del que ya he escrito algo, no es nuevo ni se hará viejo. Me acordé que en el libro mencionado traía un enunciado que decía: El hombre que puede sonreír cuando las cosas van mal, ha pensado en alguien a quien echarle la culpa.
Menciono lo anterior porque lo aplicaremos a nuestro administrador del agua, ese que decidió que deberíamos ahorrarla. De seguro el actual director debió trabajar antes en algún banco, por lo que decidió ser banquero de agua, para tener a la mano todo el ahorro del agua de los chilpancingueños o bravoenses o como quieran que les digan, y dar créditos de agua para luego cobrar  réditos.
Pero no es de cuestiones bancarias por lo que estoy escribiendo, más bien lo que quiero mostrar es como nuestro flamante director, sabio como Salomón, decidió que se aplicarían multas de hasta tres mil pesos para aquellos que desperdician el agua, no han dicho que piensan hacer con ese dinero. Parece ser que no le paga el agua a quienes se las proporciona (Comisión Nacional del Agua); si son drogueros; no han de ser de fiar en cuanto al destino de los fondos de las multas. Continuando, resulta que por otro lado ya hay quienes se quejan de no tener agua, siempre se han quejado, ahora se recrudece el reclamo, porque no tienen para ahorrarla, mucho menos, claro está, para desperdiciarla. La quisieran para cosas más básicas, de ahí su protesta.
Pues bien él ya se está sonriendo, sí el director de CAPACH, porque, ¿saben porqué?, porque ya tiene a quien culpar. Desde luego, todo aquel  desperdiciador resultará culpable que no la tengan quienez la carecen ; y el director que es un incompetente, ya no para proveer agua a los ciudadanos, que es obvio,  sino que por no haber escogido, al menos, una chamba que pueda hacer. Además ni se acongoja por cumplir la función para la que le pagamos o sea: proporcionarnos agua. Al parecer, ya encontró a su chivo expiatorio. ¿Se irán a multar ellos cuando dejen tirar el agua en la decrepita red de abasto? o ¿cuando en temporada de lluvia no acopien la necesaria para las secas?
Estaremos pendientes de tan sabias soluciones.

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