jueves, 16 de agosto de 2012

A galope tendido.


Me bajé del caballo para revisar el cincho, lo hice y me di cuenta que estaba bien ajustado, falsa alarma, me subí nuevamente y empecé a caminar, primero a paso y después a trote, posteriormente a galope, vi al horizonte y se miraba el inmenso llano, ni un árbol grande de referencia, simplemente algunos bajitos marcando líneas ondulantes indicando la presencia de algunas cañadas pequeñas formadas por la erosión del llano. Sobre el mismo, a poca distancia, una manada de caballos se movía, al oír el galope de lucero voltearon inquietos para vernos, al acercarnos un caballo alazán garañón, al parecer el líder de la manada, dirigiéndose a lucero, le pregunta:
-que prisa buey, porque bienes a galope.
Medio deteniéndose lucero contesta:
-No sé a donde me lleva este chango.
-Pregúntale buey.
-No mames él es quien manda.
-Por eso te ponen freno porque no te impones.
Espuelas, un cuartazo y sale lucero en estampida.
El garañón se voltea y camina rumbo a la manada de yeguas, dando un relincho de alegría, luego murmura: ¡pendejo, quería comer maíz!.
En el horizonte se veía a lucero galopar velozmente.


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