jueves, 12 de septiembre de 2013

La Chinaca.


Volvimos a cambiar el rumbo los Caminantes del Maguey, parece ser que también quieren llamarnos Los Catadores del Mezcal. Resulta que ahora volvimos a regresar a Omeapa con el propósito de visitar una cueva donde hay una sima o sótano. Nosotros realmente no estábamos muy bien informados de lo que se trataba hasta que estuvimos en la entrada de la cueva. La antesala de la sima es una caverna llena de gigantescas estalactitas y estalagmitas; al fondo la sima. Dicen los lugareños que nunca alguien a llegado al fondo; supongo vivo y haber salido para contarlo. Comentaban ellos que en una ocasión utilizaron un cable de trescientos metros para tocar fondo pero que faltó cable, así es que al menos ya sabemos que tiene más de trescientos metros de profundidad.
La caverna “La Chinaca” que es el nombre que le dan al lugar los lugareños; tendrá piso de 2500 metros cuadrados y una altura de 30 metros. (Por otro lado me dijeron que se llamaban: las Chimecas, que son un conjunto de cuevas)
Así es que temprano salimos de chilpancingo en vehículo contaminador, hicimos parada técnica en Tixtla para comprar las viandas  y llegamos a casa del gran anfitrión Juan Sánchez Andraca, donde comimos un rico pozole preparado por su gentil esposa. Estuvimos haciendo sobremesa un buen tiempo debido a que el personaje principal la espeleóloga no llegaba.
El equipo de Mónica acompañados de Juan. (foto de del muro de ella)

Al ver que la espera se extendía y el mezcal mermaba optamos por ir con el mejor fabriquero del lugar por mezcal. En casa de él probamos  todos los mezcales a petición del fabriquero, después de comprar una buena ración y conversar con la familia incluyendo a una bella dama que en estos días cumplira sus diez años, como ella dijo, realmente serán cien los que acumula.
Cargados con algunos litros de mezcal, guiados por  uno de los hijos del fabriquero, calculamos que los otros elementos del grupo  ya habían partido, nos enfilamos al lugar, primero dejamos el mezcal en el auto y solamente llevamos la ración indispensable para el viaje.
Un hermoso camino, los sembradios de maiz rodeados de campos repletos de flores amarillas; liendres les llaman en el pueblo, daban a este paisaje rústico un colorido sensacional.  La mañana fresca con un sol tibio; nada agresivo, nos permitió subir la empinada cuesta hasta la boca de la caverna sin agotarnos. Ya los demás estaban ahí cuando llegamos, un barullos se miraba en el lugar debido al movimiento de los auxiliares de la espeleóloga quienes hacían los preparativos para el descenso, yo aún no sabía que era la cueva ¿una gruta? ¿una caverna con restos prehispánicos? así que caminé dentro de la cueva rumbo hasta el último lugar que la luz de la entrada permitía llegar, encontrándome repentinamente frente a un inmenso y profundo agujero; nunca había estado yo frente a un lugar igual,  la poca luz sólo permitía ver que enfrente estaba algo que era inmenso y profundo, así que esperé que iniciara la función de los expertos.


Uno de los que iba a descender instaló las cuerdas de soporte en una inmensa estalagmita, después descendió, alumbrado con la luz de su casco y por otros que desde arriba no querían perderse el espectáculo, hasta el primer escalón a unos veinticinco metros abajo, ya ahí provocó un pequeño derrumbe para tantear la profundidad de lo que les faltaba, mientras la espeleóloga preparaba su descenso, se escuchó como el derrumbe sonaba a manera que golpeaba en su caída; nunca se escuchó el final debido a que se perdió el sonido en la profundidad mientras los mirones extasiados contemplamos atentos. Lo grande del boquete bien permitía a todos tener luneta, las luces apenas iluminaban a los veinticinco metro del hoyo, más allá la oscuridad total acompañada de no se cuantas cosas interesantes también. La  chica experta, Mónica Ponce, con una entereza del más valiente de los hombres, inició su descenso gritando un “el miedo no anda en burro” para encontrarse con el compañero que ya lo había hecho, mientras nosotros sonreímos por la puntada y también por los nervios de verla bajar tendida de ese delgado cable, se hicieron indispensables unos mezcales para los nervios. Después salimos de la cueva y dejamos a los expertos hacer su trabajo solos en lo profundo de ese boquete, quisas despues veremos las fotos de lo más inhóspito de la sima de la Chinaca. Fuera siguió la tertulia hasta terminar los mezcales y después decidimos regresar a Chilpancingo. Durante el trayecto de regreso nos comentaba uno de los del lugar que en ese pueblo se aplica la Cruzada contra el hambre promovida por la Secretaría de desarrollo social del gobierno federal nos explicó que sirven almuerzos y comidas a quienes quieran ir a saciar su hambre, pero que la comida que les dan es enlatada y rehidratada, nada fresco; o sea, comida chatarra. Curiosamente apenas leí un boletín de SEDESOL donde mencionan lo bueno que son su suplementos alimenticios en función del crecimiento en altura y peso de los niños de los pueblos víctimas de esta alimentación; debe estar un zootecnista a cargo de la evaluación alimentaria, como si estuvieran engordando ganado.
Hace apenas unas horas me enteré que la espeleóloga encontró un mensaje pintado abajo del inmenso agujero que decía aquí estuvo fulana y zutano en 1907, no me dijeron bien los nombres el caso es que parece ser existe otra entrada a la parte baja del abismo.
Más fotos aquí: http://g0lg0ri0.blogspot.mx/2013/09/las-fotos-chinaca.html

1 comentario:

  1. Ya leí su artículo, gracias por compartir. Toda la informacion de lo que encontramos se la hicimos llegar al Sr. Juan Sanchez Andraka. Y no hay una entrada directa al fondo de la cueva, tal ves a la bóveda principal, pero no al fondo de la cueva. Saludos

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