viernes, 20 de septiembre de 2013

La población.



                                                                                       Foto de Ramiro Reyna Aguilar 

Mi visión histórica de la población de Guerrero es aquella de seres luchadores que se han adaptado a circunstancias difíciles, pero han superado sus dificultades a su manera. Lo que no han podido dilucidar es como quitarse al parásito que más le perjudica: el individuo en el poder, que incluso antes de la conquista ya los sometía de una u otra manera. Pero aún así, pasan cientos de años y uno se asombra de la capacidad de adaptación que tienen. Cuando llega uno a remotas poblaciones donde apenas se puede acudir aparece a los ojos esa habilidad. Lo que para los pobladores de las ciudades es pobreza, al ver las costumbres de esos lugares, para ellos es supervivencia en un medio hostil y limitado. Por querer ayudarlos hemos destruido las bases de su cultura; y poco a poco, debido al abandono en que se les deja después de una ayuda efímera, ellos encuentran otros modos de supervivencia.

Pero lo digo como introducción para demostrar que aunque la ayuda que tratamos de enviar no llegue a los necesitados, ellos no están sentados esperándola, ellos ya desde que empieza la contingencia hacen esfuerzos para reconstruir lo destruido y volver al menos a su estado miserable original, u otro nuevo que ellos iniciaran a sortear y encontrar la manera de vivir con él.
Foto de Ramiro Reyna Aguilar 


Los gobernantes, personas la mayoría que nacieron y crecieron con las comodidades de la ciudad; ignoran, aunque presuman que lo saben, qué es vivir en las condiciones que aquellas personas han vivido, para saberlo habían tenido que haber vivido con ellos unos años.

El mundo moderno nada tiene que ver con las personas de esas comunidades, nada en respecto a su manera de vivir; si mucho, en la manera que les ha hecho cambiar, al llevarles la tecnología como un parásito difícil o imposible de erradicar y que a ellos en lugar de ayudarles los vuelve más miserables en el intento de tenerla con la creencia que con esa tecnología serán mejores.

Así pues donde antes los niños mamaban hasta los tres años, ahora solicitan leche en polvo para los bebés; donde antes los niños andaban chirundos, ahora solicitan pañales desechable; en ese mismo lugar donde la gente no utilizaba papel higiénico, si acaso se limpiaban utilizaban los olotes de las mazorcas, lo solicitan; acostumbrados a alimentarse con tortillas y chile molido con sal, con lo recolectado y lo poco que sus cultivos les daban, ahora solicitan maruchanes, atunes, galletas, arroz; donde andar descalzo o con huaraches elaborados por ellos mismos, ahora piden sandalias o zapatos que llegan de China.

Pero lo peor llega cuando de donde antes venían los alimentos nos estamos dando cuenta que ahí ya no los producen; sino que viven en una montaña como ermitaños que regresan de vez en cuando a la ciudad por sus víveres y algunos por su cheque de ayuda humanitaria. Resultando con toda esa ayuda, unas colonias paupérrimas de la gran ciudad pero fuera de ella.


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