viernes, 8 de junio de 2012

No más exámenes.



 Tempranito en una colonia de la periferia se oye el grito de una madre, levántate Sigifredo recuerda que hoy empiezan los exámenes, Sigifredo se revuelca en la cama y se vuelve a dormir unos dos minutos más y la voz de la madre: ¡¿que pasó Sigifredo?! ¿Qué no oíste que te tienes que levantar?, refunfuñando Sigifredo abre los ojos y como no queriendo intenta levantarse pero regresa  a la cama. Otro grito, ahora más alto y con voz autoritaria, ¡que te levantes Sigifredo!, cerca de la cama, la madre le quita las sábanas a Sigifredo, ¡caramba! Chamaco, ¿no te estoy gritando que tienes que levantarte?, hoy empiezan los exámenes y tienes que llegar temprano si no quieres terminar siendo un burro sin estudios.
No quedándole otra a Sig,  rascándose la cabeza, se levanta y se empieza a vestir, inmediatamente la madre repela, ¿ahora qué? quítese esa ropa y váyase a bañar primero, chamaco cochino, no se me va ir marrano a la escuela, primero se baña, Sig, se encamina al baño.
Unos minutos más y están almorzando todos, otros más y ya va Sig en la urban rumbo a la escuela que está en el centro de la ciudad. Hace apenas unos días, por la misma calle, una marcha de profesores protestaban en contra del examen universal bloqueando la circulación, multitud de escolares perplejos quedaban mirando a los profesores protestar por lo que ellos siempre han renegado, ¡los exámenes!, a algunos de ellos se les miraba un foquito prendido sobre la cabeza.
Llega Sig. a la reja de entrada de la escuela, multitud de escolares junto a él apurándose a entrar, justo a la hora se cierra la reja, los que no alcanzaron a entrar, pálidos de miedo, esperan rogando los dejen entrar a la escuela. Mientras, Sig se enfila a su salón donde ya otros están sentados en sus pupitres, mientras, el profesor inicia a entregar los exámenes al tiempo que les explica las condiciones, con las acostumbradas amenazas de que aquel que se le sorprenda copiando se le reprobará al acto.
Cuando el maestro termina de entregar los exámenes, se encamina rumbo a su escritorio, estaba a punto de sentarse cuando los alumnos más próximos a la puerta empiezan a empujar sus butacas para bloquearla, los de las primeras filas se enfilan hacia donde, sorprendido, se encuentra su maestro; diciéndole:

No queremos exámenes, además queremos negociar que nos ponga diez a todos, si se opone no lo dejaremos salir de aquí hasta que ceda a nuestras demandas. En eso estaban cuando las niñas se paran de sus pupitres con pancartas donde escrito tenían: ¡no más exámenes¡, exámenes al maestro primero, alto a la imposición.
Perplejo el maestro no concebía el hecho, impávido quiso hablar pero ningún sonido pudo emitir, su abultado abdomen palpitaba agitadamente, su rostro se amorataba, quiso dar un paso pero los niños se lo impidieron empujándolo entre todos a su asiento, el plantón había iniciado; un grito silenció el momento: ¡no queremos exámenes nunca más!.
Sigifredo emitiendo un leve murmullo dice: ¡ni levantarnos temprano!...

La mecha está prendida, esperaremos para ver explotar la dinamita.


(Una historia para mi pequeño amigo Victor.)

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