Existen momentos en la vida en que quisiéramos tener un amigo sin
género, que no nos quisiera pero tampoco nos odiara, que fuera honesto, que
aceptara escucharnos y darnos opiniones inteligentes y lógicas sobre lo que le
exponemos. Definitivamente no existe. Pasamos la vida en un fluir constante de
cuestionamientos sin respuesta, o de respuestas que confunden. Las respuestas
que nos damos no funcionan porque nos queremos y por lo mismo no son
imparciales. Los libros son lo más próximo a semejarse a este amigo imaginario,
pero no siempre son honestas las respuestas que obtenemos de ellos, porque
somos al final de cuenta nosotros mismos quienes decidimos formular las
respuestas escogiendo lo que nos satisface, sin considerar el bien o el mal que
nos hagan, ni hurgar para asegurarnos que no nos mentimos al escoger.
Hi.
Escrito sobre un sustrato de silicio y germanio.
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