Música a todas partes.

Tiene bastante tiempo que obtuve un reproductor de música. Me ha salido bastante bueno, tanto, que tengo con él más de cincuenta años, además no estorba y lo puede llevar uno a todos lados, es de lo más portátil, a parte de que es a prueba de golpes y contra el agua, si se aporrea y daña puede uno esperar un tiempo y vuelve a restablecerse su uso. Recuerdo que para obtenerlo me costó algo de esfuerzo pero más para aprender a usarlo que para apropiármelo. Tiene la ventaja de que no es necesario comprar la música y al parecer tampoco te acusan de pirata si utilizas las melodías que más te gustan, tiene el beneficio que las puedes tocar al ritmo original o cambiarlas a uno más moderno.

Mi padre tenía uno y cuando oí que lo utilizaba le dije que también quería hacerlo, fue cuando lo adquirí y aprendí a tocarlo; ahora, cuando estoy escribiendo, haciendo talacha o incluso manejando o caminando me divierto con su música.

No es necesario traer audífonos;  al parecer no molesta a nadie, su sonido es automático ya que aumenta o disminuye con tan sólo quererlo. En algunas orquestas lo utilizan como instrumento musical para algunas melodías; pero la mejor manera de utilizarlo es de forma personal, sobretodo cuando uno se encuentra solo y alejado de las demás personas, entonces es un magnífico acompañante, además que relaja increíblemente.

Si no saben la marca no se preocupen ya que no se requiere para adquirirlo; porque no se consigue comprándolo, solamente  un poquito de empeño e insistencia para aprender.

Silbar, es una de las maneras más económicas de tener música siempre, la que uno quiera y legal, al menos hasta ahora, esperemos que no se le ocurra alguno de nuestros gobernantes tasarlo con algún impuesto o obligarnos a pagar regalías de las rolas que chiflemos.

Para mí siempre a sido un enigma el saber porque todos podemos sacar música chiflando, sin saber solfeo ni métrica; además sin conocer la partitura, nuestra memoria musical funciona muy bien chiflando; más que con cualquier instrumento. Realmente, somos incluso mejores trinando que los pájaros.

Curiosamente después que murió mi padre casi no oigo que alguien silbe música, yo sigo haciéndolo pero al parecer esta práctica está desapareciendo, curiosamente ninguno de mis hijos la practica y al parecer ni mis hermanos.

Existe una escena famosa, en una película de Pedro Infante donde canta amorcito corazón que también la chifla un momento su pareja..