jueves, 10 de noviembre de 2011

Crédito y descrédito.



Vivimos en un mundo donde hablar de crédito es cosa común. Pero como en casi todos los inventos modernos, la población se avienta a usarlos sin saber nada de ellos. Así notamos que todos utilizan el crédito, pero realmente no saben, probablemente ni les interesa saber que sucede cuando lo hacen. Como casi todo lo que el hombre inventa, parten de una necesidad o para resolver una dificultad momentánea, sin recapacitar las consecuencias, dirán: “no seas pesimista”. 
Realmente el crédito es un mecanismo muy útil en la actividad comercial, ya lo era en la antigüedad y se utilizaba cotidianamente. Pero siempre existen perversos que le encuentran usos malos a los instrumentos buenos, y así, como aquel que se dio cuenta: que el cuchillo que le permitía desollar su pieza de caza, también le podría servir para desollar a su vecino ventajosamente.
Pues bien, con esto del crédito pasa algo similar, alguien se le ocurrió extender el crédito para cuestiones diferentes a la actividad comercial, bueno también es comercial pero voy aclarar diferencias. El crédito funciona entre proveedor y comerciante, el proveedor le envía las mercancías a crédito al comerciante; ya que las vende, este se las paga al proveedor o fabricante, ¡perfecto!, el beneficio para ambas parte, dado que el comerciante teniendo plaza donde venderlas se la facilita aquel que tiene las mercancías pero no la plaza. Ven, una mecánica funcional, siempre y cuando se esté haciendo tratos con individuos que entienden y respetan este mecanismo.
Ahora sí, vayámonos a la perversión del asunto. Resulta que a un individuo se le ocurrió la tarjeta de crédito, un mecanismo donde cualquiera que tenga esta tarjeta podría comprar en aquellos lugares donde la aceptaran. Ya en este momento y con esos datos se ve parte de las mañas que implicaba el uso de tarjeta, ¿quienes la aceptarían?, por supuesto que aquellos que estuvieran relacionados de x forma con el emisor de la tarjeta, claro que en un principio dieron tarjetas a aquellos individuos que tenían respaldo monetario con el emisor para pagar después la cuenta. Nótese aquí que el crédito no funciona como antes mencioné, ya que aquí quien lo recibe comprará lo que desee y pagará no importando el destino de las mercancías, incluso con las tarjetas se podría pagar servicios.
Una ves que este mecanismo empezó a funcionar, quienes emitían las tarjetas empezaron a darse cuenta que ellos podrían dirigir el flujo de dinero a donde mejor les conviniera, cosa que les redituaba grandes ingresos, pero que también empezó a fastidiar las economías.  Para que una economía funcione, el dinero debe regarse no dirigirse. Como con el agua a las plantas, si usted tira un chorro a un solo lugar lo más seguro es que forme una poza con la fuerza del agua y después un río donde escurrirá sin regar ninguna planta. Caso contrario utilizando un aspersor y con múltiples mini gotas se manda el agua sobre toda la superficie.
Pero aún ya fastidiada la economía se dieron cuenta que podrían esclavizar en su beneficio a todos los empleados del planeta, por lo que decidieron darle créditos a través de tarjetas de débito a todos los empleados. Ahora la mayoría de ellos ya se gastaron lo que ganarán, si vivieran como Matusalén, en cientos de años. Pero al prestamista esto es lo que quiere, que estos inocentes vivan lo que sea para pagar los intereses; o sea, que trabajarán, hasta morir, para mantener al prestamista.
Pero la contraparte no es estúpida del todo y hace su parte defensiva, decide no pagar. Cuando es uno; matan de carcajadas a los que prestan, quienes los embargan inmediatamente; pero no sucede lo mismo cuando son muchos, entonces les da diarrea a los que manejan las finanzas de los países afectados.
Lo curioso y despreciable en este asunto es que quienes más perjudicados salen son aquellos que ni siquiera son parte de mecanismo del crédito.
¿Qué porqué? Pues porque cuando pierda liquides el banco, entrará el gobierno al rescate, y aquellos que pagamos impuestos seremos quienes se fleten con el gasto.
Así resultan estas cosas en el mundo actual, luego se quejan los “gobernantes” de que existen evasores.  ¿Qué, no tienen otros p…?  

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