sábado, 19 de marzo de 2022

MAL CÁLCULO.

 



Se acercaban las elecciones para presidente municipal, como era costumbre los del partido oficial ya tenían escogido a su candidato y como en casi todas las elecciones era el candidato único. Estas elecciones serían diferentes; ya que un grupo de ciudadanos estaban dispuestos a jugarle una broma al candidato electo poniéndole un contrincante.

Poncho, un floreciente empresario y dueño de una prospera vulcanizadora, había ido creciendo económicamente de una manera rápida y sin tropiezos; lo que lo hacía una persona admirada y reconocida por el resto de la población. Pertenecía a un grupo de personas que se reunían para comentar los problemas de la ciudad. Dentro de este grupo existían profesionistas reconocidos; así como otros empresarios que eran compañeros de Poncho en la Cámara de Comercio; donde él ya había sido presidente.

Esta tarde se habían reunido para comentar los acontecimientos que habían llevado a la elección del candidato del partido oficial y por las cuales la mayoría de los del grupo se encontraban molestos. A uno de los presentes, y a quien los demás le tenían respeto, se le ocurrió que por lo menos, aunque fuera de broma, deberían nombrar un candidato independiente, de forma tal, que por lo menos se le ocasionara un dejo de duda al partido oficial.

Para lograr lo anterior todos se quedaron mirando unos a otros para tratar de deducir quien podría ser la persona correcta. La decisión cayó por unanimidad sobre Poncho que además de ser un triunfador le divertía decir discursos en público y también ser aclamado; por lo cual, al sugerírselo, de inmediato aceptó sin antes haberle, todos, advertido de que no lo tomara tan a pecho dado que sólo era una broma. Todos pensaron que Poncho había entendido el mensaje por lo cual no se llevó el asunto a mayor discusión y se acordó reunirse el sábado para iniciar la campaña. Después de tomarse unas copas y decir unos chistes todos se retiraron a sus domicilios.

El sábado, Poncho y sus compañeros, acudieron a la dirección de gobernación para registrar al candidato, previamente, habían invitado a los reporteros de los diarios locales para que se enteraran. En el transcurso de los días previos a las elecciones, Poncho, se presentó con diferentes organizaciones en las que exponía discursos, debido a su elocuencia, muy convincentes, y por lo mismo se iba ganando adeptos. Todo esto, agregado a su egocentrismo que en un principio pareció no tenerlo pero que con el calor de las elecciones iba creciendo, hizo que Poncho fuera olvidando que todo el asunto era solamente una broma, y que como tal debería considerarla él.

Siguiendo el tiempo él optó, por decisión propia, meter incluso dinero para mandar imprimir publicidad; también pagó inserciones promociónales en los periódicos y en la radio local. Cada día que pasaba, Poncho, estaba siendo peligroso para el candidato oficial, lo que a Poncho no le preocupaba, sino que incluso lo estimulaba para seguir metiendo más dinero, a pesar que sus compañeros de grupo le advirtieron que ésa no era la idea; o sea, la de que el gastara en la broma. Poncho, ciego de vanidad, ignoró a sus compañeros y continuó con su campaña; que ya a pocos días de la elección era una de las más costosas, en estos momentos Poncho había hipotecado sus propiedades, para mejorar más su campaña, incluso, vendió algunas de las herramientas de su taller, estaba de lleno metido en su campaña: su negocio permanecía cerrado desde que la inició.

Los del partido oficial al ver que podrían perder las elecciones, urgieron un plan para efectuar uno de los primeros fraudes electorales. Algo que el partido oficial, con anterioridad, no había tenido necesidad de hacer; dado a que siempre llegaban a las elecciones con candidato único. Sin embargo no podrían darse el lujo de perder la presidencia municipal de la capital y no les quedo otra opción que el fraude o eliminar por algún método a Poncho; después de contactarse con Poncho a través de una de las partidistas más guapas quien le ofreció una muy buena suma de dinero y todo lo demás, lo cual rechazó molesto, al grado de que mando sacar, al vuelo, a la bella mujer. Por lo mismo, los del partido oficial, consideraron que el fraude era lo menos trágico y optaron por él.

El grupo que llevó a poncho a las elecciones se morían de risa: de lo preocupado del candidato oficial; sobre todo, cuando uno de los del grupo, que era médico, les platicó que un colega le había comentado que el candidato ya llevaba una semana con diarrea y que no sólo él; sino, que también varios miembros del partido; a grado tal, que habían urgido a Salubridad de que revisara el agua de la ciudad, para ver sino estaba contaminada. Todos se carcajearon cuando se enteraron.

Llego el día de las elecciones: por toda la ciudad se oían la porras a favor de Poncho, se daba por hecho que él ganaría, nadie más que él estaba tan seguro de que sería el ganador y próximo presidente municipal. Poncho acompañado de toda su familia se dirigió a la casilla setenta y siete a depositar su voto, él mismo platicó, después de efectuarlo, que estaba tan seguro de ganar que su voto fue sufragado a favor de su adversario, por la lástima que ya le ocasionaba.

A las seis de la tarde cerraron todas las casillas, por el tamaño de las colas se podía saber que había sido una del las elecciones más copiosa. Los del gobierno presumían, a voces, de su poder de convocatoria y decían que todo se debió al candidato que el partido oficial había escogido y a la libertad democrática que ellos siempre han permitido.

Como había sido hasta ahora, los resultados se dieron a conocer a sólo unos días de la toma de posesión, sorprendiendo a casi todos los ciudadanos: el vencedor había sido el candidato oficial, de manera aplastante, en una relación de 80-20.

Desgraciadamente Poncho nunca se dio cuenta de lo que hacía, por lo mismo no pudo soportar la derrota. Lo que en un inicio fue una broma; al final, para él fue tan doloroso como humillante. Sorprendiendo a todos, se dio un tiro en el paladar, con una escopeta vieja pero que demostró, trágicamente, que funcionaba bien: quedando muerto al instante. El grupo que lo animó a la broma, aquella que Poncho llevo al nivel de lo real, no cabía en su perplejidad.

Como este suicidio sucedió ya que había tomado posesión de la presidencia el triunfador, él, junto con el gobernador y todos los miembros de los tres poderes del gobierno llevaron, al entierro de Poncho, una corona de flores en la que se leía, en un listón, la leyenda “Descanse en paz un patriota”

Aquí quedaría hacer una recapacitación sobre el hecho: —de que la fantasía como lo son: las bromas o chistes, nunca deben de dárseles el cariz de real o verdadero o tomarlo en serio: porque todo, puede acabar en un mal cálculo.

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