Son las siete de la mañana, es una de esas mañanas de verano, frescas, clima ocasionado por las lluvias de los días anteriores, el aire húmedo entra por la puerta de la terraza produciendo una sensación agradable, con un aroma de limpio, me levanto, me cambio la ropa de dormir: short y playera; por la ropa deportiva: short, playera, calcetas y tenis. Me dirijo a la salida de la casa para correr unos treinta minutos, empiezo caminando hasta la avenida Primer Congreso de Anáhuac en donde continuó trotando rumbo al sur; hasta donde se encuentra la casa de los gobernadores, que es a lo más lejos que llego, sin pararme; de ahí, regreso hasta mi domicilio. Al llegar a la vivienda, miro en la terraza que ya dejaron el periódico y que uno de los perros amenaza con romperlo, me apresuro para evitarlo, entró dirigiéndome a recogerlo, logro salvarlo, me encamino posteriormente, con el diario, al interior de la casa y lo dejo sobre la papelera de la sala para leerlo después de bañarme, camino hacia la cocina donde se encuentra mi esposa a quien abrazo al tiempo que le digo —ya está aquí tu latin lover—, Sin mucho ánimo, pero aceptando el beso que le doy en el cuello, me contesta —está bien viejito—. Subo a la planta alta de la casa donde se encuentra el baño que es en el que acostumbro bañarme, lo hago y regreso a la planta baja; ahora con ropa de calle y limpio para almorzar. Mientras espero el desayuno que me está preparando mi esposa me pongo a leer el periódico; lo desdoblo y en la primera plana a ocho columnas se distingue claramente la leyenda:
“Crece A 200 Millones De Dólares Las Exportaciones De Quelites”.
Hace quince años una muchachita muy inteligente, regordeta, de cara bonita; terminó su escuela secundaria con promedio de diez, junto con sus padres y hermanas se fue a vivir para la ciudad de México donde terminó la preparatoria y posteriormente la carrera de biología, de la cual se tituló en la mejor universidad de México. Inmediatamente entró a trabajar en una empresa muy importante de productos agropecuarios, donde uno de sus maestros, que fue quien la invitó, fungía como gerente. Él mismo le consiguió posteriormente una beca para que se fuera al extranjero a estudiar una maestría en genética; la cual terminó con las mejores calificaciones. Sus éxitos académicos fueron el trampolín para quedarse fuera de México, inmediatamente, en la misma universidad que estudio el postgrado, consiguió una beca para estudiar el doctorado en transgénicos. Estos estudios de postgrado, que menciono, los hizo en los Estados Unidos de América, donde también conoció a un joven llamado Juan, que se había ido de mojado1 y que estando trabajando allá, se había hecho experto en el mercado de las hortalizas de aquel país.
Juan, nació en un poblado cercano a Chilapa, aquí en México, en el estado de Guerrero. Miembro de una familia propietaria de tierras de cultivo; pero que por razones propias de la economía del país, ocasionadas por el Tratado De Libre Comercio, no se cultivaban. El era un muchacho inteligente que había estudiado en una de las escuelas de agricultura de la región, y que decepcionado del poco ingreso que producía aquí el campo se fue de ilegal al país del norte, moreno de buena estatura 1.75m, ojos grandes, con mirada dormilona pelo lacio y rebelde, por lo mismo se lo cortaba tipo militar, tenía su cuerpo fuerte y correoso porque desde niño había participado en las faenas del campo. Debido a que uno de sus tíos era profesor de primarias él hablaba bastante bien el español; ya que desde niño su tío se la pasaba corrigiéndolo para que hablara correctamente; además gracias a su tío se aficionó a la lectura lo que hizo que su mente viajara a lugares y culturas que lo motivaron, posteriormente, a que decidiera abandonar su tierra. Pero también a irse formando una mentalidad progresista. Por otro lado, la formación humilde de sus padres le forjó, en su mente, un poderoso arraigo a su tierra.
Decíamos que Juan llegó a conocer el mercado de hortalizas del país norteño y eso lo motivó, para que después de un tiempo de estar en el norte decidiera regresar a México; sobre todo cuando María le platicó que mejorando las semillas por medios transgénicos se podrían lograr mejores cosechas y productos que serían de un contenido comercial alto en países del primer mundo. Cuando María le hizo este comentario, Juan le pidió que le explicara cómo. Ella le dijo: —Primero te explicaré lo que son los transgénicos. Éstos son seres vivos a los que por medio de ingeniería genética uno puede ponerles o quitarles cualidades, en nuestro caso el ser vivo es una planta, los quelites, entonces, por ejemplo: sí quisiéramos que los quelites no se enfermaran de tizón2; lo que se haría es quitarle esta cualidad. ¿Qué cómo? Pues te explicaré, tú probablemente ya que siendo agrónomo debes saber que en las células de los seres vivos, precisamente, en el núcleo de ellas existe algo que se llama ADN, esta parte del núcleo de la célula tiene forma de escalera de caracol, como aquellas que mucho se utilizan en Chilpancingo cuando le agregan un piso a la casita, hechas de pedacitos que realmente son cadenas de moléculas llamadas genes, los genes guardan la información de cómo está formada la planta a la que pertenece. Más bien se puede decir que el ADN es un mapa en tres dimensiones de cómo está construido el cuerpo al que pertenece. Con respecto a los quelites y sobre la enfermedad del tizón, para quitársela primero sería necesario identificar, en el mapa, el gen que la permite; y posteriormente por métodos de ingeniería genética quitarlo o sustituirlo por algo inocuo o útil. Hecho esto el quelite queda resistente a la enfermedad. Así cómo se hace con el tizón se puede realizar con el sabor, el color, la forma, etc. —
En los Estados Unidos la población de inmigrantes mexicanos, durante el sexenio del presidente Vicente Fox, había crecido enormemente. Lo anterior fue por que sus políticas económicas destruyeron los patrimonios de los más pobres; o menos ricos, ya que fastidió a familias como la de Juan que aún teniendo tierras no podían lograr ingresos suficientes para subsistir; por que sus cosechas no tenían los precio ni los volúmenes para los compradores globalistas, y los comercios locales terminaron desapareciendo, sustituidos por empresas multinacionales y franquicias extranjeras. Sin embargo algunos productos alimenticios tradicionales seguían siendo preferidos por la población mexicana tanto por la que seguía viviendo en México como por aquellos que habían emigrado.
El crecimiento de la población de los inmigrantes, en el norte, ocasionó, en ese lugar, una transformación en las preferencias alimentarías, por lo que los comercios norteamericanos buscaban proveedores de alimentos latinos. Las tortillas, los quesos frescos tipo costeño, los moles, los nopales, los huauzontles3 y los quelites4 empezaban a ser productos de alto contenido comercial. Hasta aquí se puede concluir que las políticas equivocadas que obligaban a emigrar; indirectamente, empezaban a producir beneficios a los exportadores de alimentos mexicanos así como a los agricultores.
Así fue que cuando María y Juan regresaron a México: Juan se siguió hasta su pueblo a conseguir, entre los que sembraban quelites, semillas criollas de todas las variedades: pipitza y papalo5; para con ellas iniciar un banco de semillas que le permitieran a María preparar sus trabajos transgénicos y poder conseguir los mejores cultivos. Mientras Juan se dirigía a Guerrero María se quedaba en México para ir a reportarse a su trabajo y tratar de deshacer el compromiso que se había echado para sus postgrados; o sea, existía el deber de regresar a trabajar con la empresa o pagar el costo de la beca. Esta última opción, fue, la que consideró María que le acomodaba, por lo que buscó entre sus familiares quien la financiara, claro está, a manera de préstamo. Consiguiendo el empréstito ella podría irse con Juan a sembrar y con las ganancias pagar posteriormente la deuda. Queda bien decir aquí que Juan no regreso descalzo y sin dinero ya que por ser un joven inteligente, trabajador, además que aprendió fácilmente el ingles, logró obtener, su residencia y como consecuencia buenos puestos y bien pagados en Estados Unidos. Por otra parte era ahorrador y por lo mismo regresó con un buen capital que le permitió iniciar su empresa agrícola.
María era la niña que se había ido a estudiar a México y que ya siendo mujer se fue a estudiar sus postgrados a los Estados Unidos. María cuando regreso a su país ya era una mujer atractiva, aún se veía algo pasada de peso, situación que no le desmeritaba debido a que se arreglaba y vestía muy bien, se veía delgada, a la vez que su rostro seguía siendo bello, gracias al arreglo, sus ojos lucían hermosos y seductores.
Cuando María llego al poblado de Juan, éste, ya había iniciado una siembra piloto para obtener su propia semilla, con esta empresa se obtendrían las simientes necesarias para aventarse en grande con los quelites.
Durante el periodo que duraría la recolección de semilla, los experimentos transgénicos y la obtención de la semilla definitiva; Juan, se contacto con las personas correctas para considerar los volúmenes de quelites que le iban a comprar y de esa manera saber que tanto sembrar y cuanta tierra tendría que utilizar. Esto le serviría también para contactarse con sus vecinos para invitarlos a unirse a su empresa de siembra de quelites. Estos contactos fueron importantes debido a que no sólo le proporcionaron las cifras necesarias, sí no que se firmó un contrato donde Juan se comprometía a surtir los volúmenes a cambio de que ellos harían el patrocinio inicial, aquí también existió una cláusula no escrita pero igual de importante donde Juan y María lograrían un transgénico con características muy importantes que posteriormente daré a conocer, pero para disminuir el misterio diré que se llamaría Greengold.
El plan se fue armando, ya tenían considerado sembrar de todos los quelites tradicionales; pero igualmente, de los menos conocidos, consideraron también otros cinco transgénicos que mejoraban el tamaño, forma de las hojas y la cantidad de follaje, incluyendo uno que mejoraba el sabor: tenía un picor ligero a chile jalapeño. Por último el Greengold que les exigieron para financiar el proyecto, — ¡al fin gringos!
Las primeras siembras fueron un atractivo, los campos del poblado de Juan volvieron a verse verdes y productivos; incluso los tres niveles de gobierno, al saber del proyecto, participaron en la construcción de un pequeño aeropuerto de manera que la producción saliera fresca al mercado del país del norte, esta pequeña obra fue suficiente para que los tres niveles de gobierno presumieran: del inmenso apoyo al sector agropecuario; no sin dejar de decir que gracias a ellos el campo de México era ahora rentable. Sin embargo no mencionaron que todos los habitantes de las comunidades participantes se cooperaron para hacer los posos profundos de manera que no fallaran las cosechas por escasez de agua; ni dijeron la gran cantidad de requisitos y restricciones que les pusieron las autoridades hidráulicas; además de las cuotas que se tenían que pagar por el uso del agua del subsuelo. Para evitar que los quelites fueran vetados por las autoridades sanitarias de Estados Unidos se consiguió una certificación Estadounidense del agua utilizada en el riego, de esta manera se evitaba que los quelites fueran rechazados por salmonelosis. Estas primeras siembras fueron de las variedades criollas, y cómo así fue como se acordó; así fue que con ellas, se hicieron las primeras exportaciones. En los siguientes años, una vez que María lograra los transgénicos, se continuarían la exportación de estas variedades.
Antes de continuar me gustaría exponerles como se conocieron Juan y María. Resulta que estando estos dos mexicanos en el país del norte coincidieron un día en una de las grandes tiendas de víveres que existen, allá, en ese país. Ella fue a comprar sus alimentos, como lo acostumbraba casi cada semanas, sin embargo este día, al estar pagando, descuidadamente la cajera dejo pasar mercancía sin anotarla en la caja, acto que fue casualmente visto por los vigilantes de la tienda, lo que movilizó a los guardias a detener tanto a la cajera como a María. Considerando, aquéllos, que entre ambas existía una relación delictuosa, este percance molestó terriblemente a María que con una vos que se escuchaba en toda la tienda rechazaba, no con lindas palabras; sino que con disparates en español, Juan, que en ese tiempo era gerente de la tienda, al oír los pendejos y chingados de María, acudió al lugar del percance, considerando fraternalmente, que uno de sus compatriotas estaba en problemas, todo esto por el lenguaje tan familiar que escuchaba y consideró que sería leal ayudarle. Al llegar al lugar del evento Juan reconoció a María; a quien durante meses atrás ya había visto y cuya belleza lo había dejado prendado de ella; o sea, le gustaba, pero no se había animado a hablarle, con temor a que se malentendiera dado su puesto en la tienda, sin embargo él tenía una flecha clavada en el corazón. El caso es que una vez que la identificó se dirigió a los guardias para indicarles que ella era una clienta asidua y que él no consideraba que pudiera haber hecho lo que pasó de manera deliberada y que posiblemente, todo, sólo fue un descuido de la cajera, a quien también se le podría pasar por alto, con la condición de que no volviera a suceder, porque fue su primera falta en la tienda después de tres años de trabajo. Aparentemente su intervención fue suficiente para acabar con el conflicto. Ya que él era reconocido por su honradez y también por ser una persona muy considerada con todos los empleados. Debemos decir que el percance sirvió para que Juan y María se quedaran conversando un rato; ya que Juan, aprovechando el suceso, le pidió disculpas por lo acaecido; e incluso, yendo más allá, le ofreció invitarla a comer, pidiéndole que ella le dijera el día y la hora, en recompensa del coraje que le hicieron pasar los guardias de la tienda. Así fue la primera cita que inició una cadena de reuniones posteriores y que continuó con un romance que aún existe.
Quiero seguir con el romance, explicando que éste sucedió en el puerto de New Orleáns, en el estado de Louisiana allá en los E. U.. Después de que María y Juan ya habían quedado en la hora y el día de la cita, el lugar escogido por Juan y el cual María aceptó sin remilgo, mostrando al parecer que ella también tenía cierto gusto por Juan. Fue un restaurante flotante que se encontraba en el río Mississipi a donde acudieron faltando poco para la puesta del sol, la especialidad del restaurante era la de comida del mar en donde María pidió unas colas de langosta a la mantequilla Pergot y Juan un guachinango asado a la talla, que le gustaba desde un viaje de prácticas que terminó en Acapulco con sus condiscípulos de la escuela de agricultura, y que de casualidad este restaurante también lo preparaba, ¿quién le copió a quien?
Juan al pedir el pescado, sabiendo que tardaría, aprovechó y le platicó a María una anécdota que recordó y que había sucedido en ese viaje que hizo a la costa grande de Guerrero: —La anécdota—decía Juan —fue con un maestro de botánica quien nos llevó al viaje de práctica, él era muy estricto en su clase, tenía una manera graciosa de hablar y un parecido excepcional a los chicos malos de las historietas de Rico Mac pato6, por lo que los compañeros del grupo le decían pillo, claro está, cuándo él no estaba presente; ya que aparte de ser estricto tenía fama de reprobar a los alumnos por situaciones insignificantes— Continuó, Juan, con la anécdota, diciendo que —entre los compañeros existía un camarada, Isidro, que imitaba muy bien la voz del maestro; al grado, que cuando lo escuchaban le decían que de seguro se había besado con él y de ahí le había quedado la voz similar— Siguiendo con la narración, mencionó, que: —el viaje fue con el propósito de visitar un vivero enorme que existía en la costa grande7; y cómo nos dijeron que allá nos iban a proveer de habitaciones y comida, nadie se preocupó, dado que como para todos es conocido el calor que hace en la costa, ni por equivocación previmos que fuera hacer frió, por lo que ninguno llevo ni comida, ni cobijas, bueno, sólo la ropa que llevábamos puesta y alguna muda extra, el caso fue que una vez que estuvimos ahí nos mostraron donde dormiríamos y resultó que sólo eran unas palapas8; con hamacas, sin paredes; sólo el techo, de hoja de palmera, para cubrir el sol durante el día. Llegó la tarde, después de conocer el vivero y de que el maestro nos dio sus observaciones y cátedra, cada quien se acomodó en su hamaca, solamente que al iniciar a oscurecer los mosquitos empezaron a comer, aunado a un enfriamiento producido por los aires de la temporada de lluvias; hizo, que poco a poco nos fuéramos a refugiar al autobús, todo lo que sucedió fue protegido por la oscuridad de la noche con cielo nublado, lo que significaba que no se distinguía mucho— Siguiendo Juan su comentario: —resulta, que a manera que íbamos llegando al autobús, los jóvenes, empezaba el relajo en el camión, nadie se dio cuenta que el maestro fue el primero en meterse al autobús y que estaba acostado en los últimos asientos del mismo, Isidro aquel joven que lo imitaba se encontraba en los asientos cércanos al profesor, cuando el ruido del relajo fue creciendo el profesor nos gritó con sus voz característica: —ya cállense jóvenes no dejan dormir— fue razón suficiente para que todo el grupo, pensando, que era Isidro, el que hablaba, empezaran a gritarle todo tipo de consignas burlonas, aludiendo al profesor, incluyéndoles el apodo de pillo. Como aquella consigna en donde alguien le grito al final —pinché pillo te crees muy chingón y de seguro sigues afuera sufriendo con el frió y los mosquitos—, a lo que el maestro parándose y caminando hacia fuera del autobús, con ganas de orinar, nos contestó: —a ver que listos son para el examen, ya que al camión fui el primero en entrar– Concluyendo Juan con la anécdota: —el día del examen, sólo pasó uno, todos reprobaron, el que pasó, fue porque ese día del suceso no estuvo en la práctica—.
Todavía no les servían sus platillos, a María y Juan, cuando en el horizonte se miraba un ocaso rojizo, fue el momento más romántico que encontró Juan para decirle a María que le gustaba y que desearía seguir saliendo con ella, María con una sonrisa alegre, producto de la risa que le ocasiono la anécdota, y un poco desconcertada, pero a la vez halagada, dejando una pausa en silencio que a Juan le pareció eterna; pero que posteriormente, cuando contestó, qué sí, le causó un espasmo de alegría en todo el cuerpo. Esta cita definió una relación que maduraría con el tiempo debido, sobretodo, al amor que cada uno le tenía al otro.
Ya había logrado María sintetizar los transgénicos, incluso se publicaron en una revista del “Instituto De Investigaciones Agropecuaria”, todas excepto la de Greengold, esto debido a que cuando publicó las primeras, SAGADRPA,9 exigió que se les diera todo el procedimiento para la obtención de los transgénicos, argumentando que la norma así lo exigía y que sino los entregaban no se permitirían sembrar, de esta manera para proteger el secreto de Greengold, María, entregó todos los procedimientos incluso uno de Greengold, pero que no era el verdadero, sólo parte del original, en el cual no iba la consideración más importante y secreta de la verdura, además, ella, inteligentemente patentó todos en la oficinas de patentes de los E. U. A. De la misma manera, cuando la revista le pidió los datos para publicarlos, ella, omitió los de Greengold; apartando de esta manera, del alcance de los científicos, a esta variedad. Todas las instituciones oficiales dieron premios a María por sus logros, ninguna, incluso su escuela profesional, quería quedar fuera del crédito.
Se inició el sembrado, cultivo y cosechado de Greengold, se exportó la primera remesa a los Estados Unidos, la cual fue muy bien recibida por sus compradores y socios, quienes satisfechos con el producto inmediatamente pagaron la remesa y solicitaron se duplicara para la siguiente vez. Este escenario se repitió remesa tras remesa permitiendo a Juan y María liquidar sus deudas inmediatamente y financiar, casi en todo el estado, el cultivo de los quelites. Que ya estaban siendo exportados a todo el mundo, sin que nadie se diera cuenta, Greengold, era la más exportada. Sin embargo en los comercios de hortalizas, extrañamente, no figuraba. Esto no era conocido por otras personas que no fueran Maria, Juan y sus socios norteamericanos; pero no los tenían preocupados porque ellos sabían desde un inicio que así sería.
Al inicio de las siembras, principalmente, cuando empezaron aumentar las exportaciones, tuvieron algún problema con los labriegos debido a que muchos se iban a los Estados Unidos y por lo mismo no se conseguía personal para levantar las cosechas; sin embargo dado la buena paga, incluso, superior a la que pagaban en los campos de Estados Unidos, empezaron a proliferar polleros en el otro lado, que traían gringos a trabajar al campo mexicano, quienes por el afán de ganar mejor y a la vez pasar los fines de semana en Acapulco; que era parte del paquete de trabajo, se enlistaban para cruzar la frontera.
Algo que sucedió y que conviene narrar fue el siguiente hecho: Unos jóvenes norteamericanos que caminaban por una de tantas carreteras que existen en gringolandia10 se toparon con uno de los empaques de la Greengold, que accidentalmente cayó de uno de los camiones que la transportaba, como el lugar era algo desértico los quelites estaban deshidratados completamente, uno de los chavos,11 al abrir el paquete, que dice: —oye, ya te fijaste, esto que está en la caja parece mota, ¿será?—. No perdieron el tiempo, que cogen la caja, se internan en el campo y se pusieron a forjar; cuál no sería su sorpresa que la Greengold eran quelites transgénicos convertidos en marihuana, tenían la apariencia solamente física del pápalo sin embargo todo lo demás era cannabis índica (marihuana); o sea, realmente era marihuana transgénica. María le había puesto un disfraz muy eficiente que durante los últimos diez años había utilizado y con él había inundado de mota a los Estados Unidos sin que nadie lo notara. Incluso estos jóvenes ni consideraron siquiera que la caja pertenecía a la droga; sino que sólo la habían echado ahí para transportarla, ellos la vaciaron a sus mochilas y hicieron una fogata con la caja mientras se fumaban lo forjado convencidos de que era marihuana original. Cuando en una ocasión los gringos debido a la gran afluencia de divisa que producían los quelites, hicieron una confiscación de ellos en los mercados de hortalizas para tratar de encontrar residuos tóxicos procedentes de plaguicidas, con la intención de vetar su comercio respaldándose en esa contaminación; como la Greengold no se vendía en los expendios mencionados no fueron capaz de detectar el disfraz ni tampoco impedir los envíos debido a que en los quelites no se aplicaban plaguicidas, ya que su genética estaba modificada para ahuyentar las plagas. Sin embargo, María, después de este suceso, por indicación de sus clientes, agregó un gen más a la Greengold; de manera tal, que si este quelite fuera sometido a las pruebas el gen agregado inhibiría los reactivos y la pasaría exitosamente.
El contrato que Juan tenía con los gringos para producir la Greengold se había extinguido e incluso por una buena cantidad de dólares María les había entregado, a sus patrocinadores, todo el proceso y los derechos para su explotación, ellos, ahora son los que entregan la semilla a los campesinos que la siembran. María y Juan, actualmente, sólo producen la semilla del resto de los transgénicos, las cuales se venden en todo el mundo bajo la marca Quelimex Seeds.
Nadie sabía, más que María, Juan y sus socios, el secreto de Greengold. ¿Qué cómo lo se yo?; pues... por que yo soy Juan.
Edgar Pavía Miller;
Mayo del 2006.
1 Es una manera de nombrarle a los mexicanos que cruzan el río Bravo de manera ilegal.
2 Enfermedad muy común que se presenta con manchas negras en las hojas, parecidas a quemaduras; de ahí el nombre común de tizón. Generalmente son producto de infecciones ocasionadas con diferentes microorganismos.
3 Tipo de hortaliza que se come freída capeada con huevo y sumergida posteriormente en caldillo, principalmente la floración de la planta.
4 Verdura de hojas aromáticas que se comen frescas como la lechuga o en taco con la tortilla y sal. Solo que la población le da valores afrodisíacos y de poder físico.
5 Estas dos variedades son las más comunes.
6 Aquel personaje de los cuentos del pato Donalt del gran caricaturista norteamericano Walt Disney.
7 La costa del pacífico en el estado de Guerrero se divide en dos, que son: de Acapulco al norte como costa grande y de Acapulco al sur costa chica.
8 Se le llama palapa a un cobertizo hecho de hojas de palmera de coco.
9 Sector de agricultura, ganadería, desarrollo rural, pesca y alimentación
10 Manera que tengo de decirle a los Estados Unidos desde que estaba en la vocacional. Por ahí de los 70.
11 Así le decimos a los jóvenes por acá.
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